Fernando Casares, un juez marcado por el número seis.

Christian Torres - Redactor EL COMERCIO

04/16/2006


El seis es el número de la  fortuna  para el presidente de la Corte de Quito Fernando Casares. Él está convencido de que los años que terminaron en seis le han sido favorables: en 1966 llegó a secretario de un juzgado penal;  en 1976 fue nombrado juez. Además, en 1986 fue electo presidente de la Corte de Quito y en el  2006 nuevamente es titular  de la Corte.

El jurista, de 63 años, empezó su carrera en el juzgado Cuarto Provincial de Pichincha en 1961. Era estudiante de la Universidad Central y lo que primero aprendió fue a coser los juicios y transcribir las demandas con tinta y pluma. “El mejor avance de la Justicia ecuatoriana ha sido la máquina de escribir”,  dice convencido.

En su dilatada carrera Casares ha sido parte de la Fiscalía, Procuraduría, Corte de Quito y de la  Suprema. En esos organismos ha vivido de cerca el avance de algunos de los juicios más importantes del país, en los últimos años.
 
Por ejemplo, conoció el proceso penal  al ex vicepresidente Alberto Dahik, la acusación contra  Elsa Bucaram, el juicio por supuesto peculado  contra los hermanos Roberto y William Isaías, ex gerentes de Filanbanco. También los casos  de    los ex presidentes Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez.
 
Nuevamente el número 6

Casares, quien casi siempre lleva sus lentes de color verde botella, es un juez extrovertido, especialmente con la prensa. Nunca rechaza una conversación  formal o informal.  Para él la presión mediática no es nueva.

Cuando estuvo al frente de la Fiscalía (1992-1996) manejó la investigación por la desaparición de los hermanos Restrepo, ocurrida en la presidencia de León Febres Cordero. Ese proceso contra policías y funcionarios del gobierno socialcristiano fue considerado un avance en los Derechos Humanos  del país.

Luego, Casares fue considerado como distante a los socialcristianos y  especialmente a León Febres Cordero, quien era considerado su enemigo natural, según fuentes judiciales. El abogado acusador de ese caso fue Ramiro Román.  “Su tarea fue buena, porque organizó las diligencias y fue el primero en intervenir como representante de la Fiscalía en un caso de lesa humanidad. Pero quien emitió el dictamen fue Alfredo Alvear, actual director ejecutivo de la Comisión de Control Cívico de la Corrupción". 

Alvear fue fiscal nacional subrogante en 1992 antes de que Casares llegue  y también lo reemplazó cuando lo dejó en el Gobierno del roldosista  Abdalá Bucaram

A pesar de la aparente distancia con el PSC, en su carrera Casares ha trabajado de cerca con personas que han sido calificadas como afines a ese partido político.

Estuvo en la Corte Suprema de Justicia,  fue asesor en la Presidencia de Galo Pico. Luego en  la Procuraduría con Milton Álava y Juan Ramón Jiménez. Además trabajó con  su mentor Gonzalo Zambrano, ex magistrado de la Suprema.

“Tengo muy buenas relaciones con los socialcristianos,  igual que con los de Izquierda Democrática", responde Casares y se confiesa  que si “fuera socialcristiano lo hubiera sido en el tiempo de personajes como Camilo Ponce”.

El alumno vs.  el profesor

El proceso por supuesta sedición contra el ex presidente Lucio Gutiérrez, aún le deja un sabor especial al ministro Casares. Ésa fue la oportunidad de ver en el estrado al mejor de sus alumnos, el fiscal Washington Pesántez.

Ambos se conocieron en la Universidad Católica de Quito. Casares era el profesor de Derecho Penal y Pesántez el estudiante que siempre se sentaba en el primer pupitre. Ambos dicen tenerse una gran estima, pero no coinciden con la decisión que tomó para sobreseer definitivamente y cerrar el caso contra Gutiérrez.

Mientras Casares cree que no hubo sedición, Pesántez asegura que el delito sí se cometió. Ese entuerto jurídico fue resuelto  por   los jueces penales Guido Garcés, Patricio Carrillo y Jaime Flor. Ellos  decidieron que el caso quede suspendido, por un lapso de cinco años y no se lo archive,  porque no se ha comprobado suficientemente la existencia del delito.

Durante ese tiempo, cualquier persona puede presentar pruebas que ayuden comprobar el delito o probar la inocencia. 

Su querida Olympia y sus  supersticiones

En su despacho resaltan las hojas de los procesos apiladas en el escritorio,  banderas de Ecuador y Quito, música instrumental  y su muy querida Olympia, una antigua máquina de escribir.

El juez se confiesa enemigo de las computadoras.  Teme que un ‘hacker’ entre a sus archivos, borre o cambie sus fallos. Por eso, es feliz con sus hojas de papel bond, papel carbón y cinta de tela.

Varias personas que han trabajado con él lo recuerdan  por su buen humor. Una de las anécdotas más jocosas por su paso por la Procuraduría fue que   repartió a todas las mujeres de la entidad un recorte de prensa de  la llegada del día de las brujas, en la víspera del 31 de octubre. A más de una,  no les cayó en gracia. Actualmente, Lorena Buendía, colaboradora en la Corte, dice que  su humor se mantiene. Tiene una broma predilecta llamar a los notarios por su número y no por su nombre.   

En su casa, el juez cambia: deja el terno y corbata y no le importa salir en pantaloneta y bividí a comprar helados . “Hay veces que la gente me reconoce cuando estoy en las calles o  en los centros comerciales”. Ésos son sus momentos de distracción. Antes no se perdía una fiesta, le gustaba el buen whisky y cigarrillos, pero un problema cardíaco que padeció el año pasado le volvió abstemio.

El abogado  no se considera un supersticioso, pero una  estampa de la Virgen Dolorosa en su escritorio siempre le hace recordar un presagio. Los alumnos que lleguen al primer curso cuando se cumpla el 50 y el 100 aniversario del milagro cambiarán el país.

Casares estuvo  en el aniversario 50 en la misma aula donde los estudiantes del internado dicen haber visto parpadear y llorar a la imagen de la Virgen. Ahora, al cumplirse el centenario, es titular de la Corte de la capital.

¿Coincidencia o no? Casares no quiere adelantarse al futuro. Por el momento, dice sentirse  bien  en su cargo, aunque no descarta llegar a la Suprema. Y espera seguir como juez en el 2016.
 
Los juicios polémicos

Su fallo a favor de Lucio Gutiérrez  causa debate. Para Gilmar Gutiérrez, también implicado en el caso,   su    decisión  recogió los criterios de otros  juristas y “es una muestra que sí hay jueces probos”.

El ex ministro Mauricio Gándara públicamente dijo que el sobreseimiento definitivo fue apresurado. Él presentó la demanda contra  Gutiérrez.

Fernando Casares  dice que otros juicios importantes  fueron contra Alberto Dahik y Elsa Bucaram. Luego que acusó a la ex Alcaldesa su hermano Abdalá Bucaram le dijo “la vida es un carrusel” y en 1996  se volvieron a encontrar y dejó la Procuraduría.


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