Alfredo Mena Pachano

Cumbayá, Enero del 2006

 

DEL RIO DE LAS PIEDRAS PRECIOSAS A LOS MOLINOS DE VIENTO

Sería 1949, cuando vivíamos en Pujilí con mi familia, y yo había entrado a primer grado de la escuela municipal. Mi papá, ingeniero del Ministerio de Obras Públicas, tenía a su cargo la carretera Latacunga Quevedo y su oficina en Pujilí. Vivíamos en la planta alta de la panadería del pueblo que tenía un estupendo horno de leña, unas bateas para leudar la masa, una mesa para elaborar los panes y un inolvidable olor a pan caliente. Allí empezó, seguramente, mi oficio de panadero que lo conservo.

Cerca había un río seco al cuál nos llevaba mi padre de excursión y le llamábamos el “río de las piedras preciosas”. Qué maravilla! Las piedras eran de todos los colores y formas: blancas, negras, cristalinas, moteadas, brillantes y opacas. Los bolsillos no eran suficientes para recogerlas todas. Mucho después aprendí que había andesitas, granitos, feldespatos, cuarzos. Mi colección se completó, debió ser en 1963, con un pedazo de diamante que fuera encontrado cerca de la vía del ferrocarril a San Lorenzo y que había sido regalado a mi padre por un trabajador de la vía. Según me contó, había varias piedras que él las vio, una de las cuales tenía unos tres centímetros de diámetro[1].

En el primer grado de la escuela apenas duré tres semanas. El profesor me mando llamar a mi mamá para decirle que estaba perdiendo el tiempo y que estorbaba a mis compañeros de clase. Como en la casa aprendí a leer, escribir, sumar, restar, multiplicar y dividir no cabía que esté en primer grado y me promovieron a segundo grado. Después de eso fui a parar al Borja No. 1 del Dr. Ponce, Director y el Josesito, Portero. (Obviamente estaban también el señor Armas, el señor Zurita, el señor Cuesta, el señor Aizaga al piano y otros queridos profesores cuyos nombres no recuerdo).

La época del Borja, lugar en el que aprendimos a escribir sin faltas de ortografía y nos entrenaron en el cálculo mental para las sabatinas, fue extraordinaria. Iniciamos el oficio de monaguillos (que después en 1956, cincuentenario del milagro de la Virgen Dolorosa, llegó a su máxima expresión en la iglesia de la Compañía, ya como chúcaros del San Gabriel). Para salir de la escuela tomaba el rango de la Olmedo para luego seguir por la Vargas hasta la Matovelle donde vivíamos en esa época. De vez en cuando tomaba el rango de la Imbabura para visitar a mi primo Mauricio aún cuando la mayor parte de las veces bajábamos el Fernando Cazares y yo hasta la García Moreno para tomar los buses de línea. En la parada de la Mejía le salvé la vida al Fernando puesto que él, como no veía por uno de sus ojos, no se percató del bus que casi le atropella. Muchos años después, el mismo Cazares siendo Fiscal, quiso mandarme a la cárcel por el mero hecho de que se derrumbó el cerro de la Josefina y casi marcha el proyecto Paute. Espero que no me guarde rencor por haberle salvado la vida.

A las siete de la mañana, tal vez un poco antes, entrábamos por la puerta del Colegio San Gabriel que daba a la Benalcázar, frente a la Providencia. Nos agachábamos para pasar por la portería del Hermanito Vargas y luego corríamos hasta el final del pasillo en donde, a mano izquierda, había un cuarto de depósito de toda clase de cosas y maderas. Mauricio Troya, Guillo Tobar y el que escribe teníamos un club de magia, hipnotismo, telekinesia, transmisión del pensamiento y otras artes ocultas. Efectivamente ocultas por una mesa de ping pong que tapaba el agujero en el que día a día sesionábamos. Como no éramos aficionados al deporte teníamos que descargar nuestras energías en otras actividades. (No se si el Mauricio se acuerde pero para copiar en ciertos exámenes teníamos una conexión eléctrica entre los pupitres mediante la cuál enviábamos mensajes en código morse. Nunca aprendimos el código y por lo tanto de poco nos sirvió).

En el mismo Colegio Antiguo incursionamos en varios negocios. Primicias era el nombre del periódico (Evocando el nombre del periódico de Eugenio Espejo) que pretendía ser un vehículo cultural, de noticias y de variedades. Después del segundo número, los omnipresentes enemigos de la libertad de prensa, con la complicidad de algunos profesores jesuitas, nos obligaron a cerrar. Para sobrevivir nos dedicamos al negocio de venta de espaditas de alfiler con lentejuelas y mullos y también, sin ningún éxito, a la venta de agua de güitig en polvo!!

El canguil y las colaciones de maní de la Cruz Verde pueden ser el símbolo de la actividad científica que desarrollamos (a ver si me acuerdo de todos…) Mauricio Troya, Jaime Redín, Fernando Breihl, Jorge Núñez, Eduardo Vásquez, … , en la Organización de Estudios Científicos, ODEC. La sede estaba ubicada debajo de la grada que daba al patio de atrás de la casa del Dr. Carlos Troya Albornoz y Doña Leticia Mena Andrade Marín. La Tía Leticia preparaba el canguil y ponía las colaciones todos los sábados para las sesiones ordinarias. La ODEC debió haber sido fundada en 1959 ó 1960 y persiste hasta ahora, con otro nombre, por cierto.

Quinto, sexto curso … Aprendíamos alemán, el idioma de la ciencia[2], estudiábamos cálculo diferencial e integral, química orgánica y de la otra y, obviamente estudiábamos concienzudamente para nuestros exámenes. Creo que todos nos graduamos con buenas notas. Un extraño polvo negro cayó sobre Quito, fue analizado en nuestro laboratorio (bajo la grada) y anunciamos al mundo que un extraño meteorito había dejado una estela de polvo cósmico. Recién ahora sabemos que probablemente se trataba de una erupción del Reventador.

La ODEC se inspiró en la Sociedad Científica Tomás Alva Edison fundada por mi padre Alfredo Mena Andrade Marín, un señor Baquero de la Calle, Marco Vinicio Rueda y dos personas más. Debo tener las memorias con los discursos inaugurales en algún lado. Debió ser alrededor de 1936, o sea hace 70 años (treinta años después de la fundación del diario El Comercio y el Banco del Pichincha y cinco después de la fundación de la Fybeca)

Después de salir del San Gabriel dentro de la promoción del 61 (gloriosa promoción[3])  fuimos ocho a la Politécnica: El Mauricio – siempre - , Jaime Redín, Alejandro Ribadeneira, Lucho Vela, Lucho Alemán, …

El resto ya es conocido, Velasco Ibarra, Orico Orellana, La junta militar, la otra junta, el Bombita, la laguna de la Alameda, la calle Gándara, la UNESCO, la OEA, el grado, Alemania y vuelta a Quito. Me casé, me fui a México y volví, sin mucho entusiasmo.

Mi vocación de docente se inicia dando clases particulares a las hermanas Jiménez y recibiendo como pago una camisa en navidad. No podía cobrar pues el Doctor Vicente, su padre, nos curaba gratis, también le regalábamos una camisa en navidad. Fui profesor del colegio nocturno García Moreno, del Gonzaga, del Centro Obrero y finalmente desde 1966 de la Politécnica. Después de una carrera exitosa (Jefe de Departamento, Decano, candidato a rector,…) me jubilé por tiempo de servicio, por edad y más francamente porque me aburrí de la Poli y su politiquería. El contacto con los guambras era siempre refrescante y me permitió siempre estar estudiando cosas nuevas e introduciéndolas en el pensum.

Siempre me gustó hacer varias cosas al mismo tiempo. Por esas épocas andaba de Presidente del Colegio de Ingenieros, Miembro del Directorio de INECEL y de IETEL hasta que en Agosto de 1984 me fui de Gerente de la Empresa Eléctrica. Los siguientes ocho años fueron de los mejores que he pasado. Todavía paramos los carros en plena calle para saludarnos cordialmente con los trabajadores de la Empresa. Después vino el INECEL acompañado de la Josefina (El mismo nombre de la esposa de Sixto, Presidente de esa época y causante de mi entrada y salida del Instituto). Salí en abril de 1993, creo.

Lo de los molinos de viento se inicia a mediados de 1993. Como free lance, había dejado ya el INECEL y mi relación de dependencia con el gobierno, me dediqué a varias cosas entre las cuales se encuentra el viento. Se me ocurrió que en el sector de Alóag debía haber viento suficiente para poner una granja de viento (Wind Farm) como las que en esa época estaban de moda en California después de algunos años de éxito. Raúl Izurieta Mora Bowen se interesó y me presentó a un judío de África del Sur que vivía en Miami y que quería desarrollar el proyecto, después de varias visitas y varias botellas de Ballantines finalmente el judío y yo nos aburrimos y así quedó todo, o al menos eso pensé.

Casi un año después me llamó por teléfono un gringo llamado Joe Filowat, que pertenecía a una empresa Thompson de Virginia USA y que querían desarrollar un proyecto eólico de gran escala en Alóag! . Obviamente dije que si, fui a visitarle en su oficina de Quito y se inició no solamente la aventura de los molinos de viento sino, lo que es más importante, una magnífica amistad con Joe, que la conservo a pesar de que desde hace algunos años él regresó a vivir en Estados Unidos y se cambió el apellido por Fields ya que Filowat (de origen ucraniano) le causaba muchos problemas, you know.

Por alguna extraña razón mi estudio fue a parar a gringolandia y el señor Thompson y Cía se apropió de él, solicitaron un crédito a la Trade and Development Agency, TDA, que finalmente fue aprobado. (Eso de la propiedad intelectual, como se demuestra en las negociaciones del TLC, les importa un carajo). Yo ya sabía que en Alóag no había viento pero tuve que seguirles la corriente a los gringos y preparamos un bonito estudio para demostrar científicamente, luego de dos años de mediciones, que no había viento[4]. La TDA canceló la segunda fase del financiamiento.

Eso si, iniciamos otros proyectos como el de Salinas de Ibarra que se encuentra listo para la inversión externa con todos los diseños desarrollados y también iniciamos (poner una pica en Flandes) un proyecto denominado Huascachaca sobre el río Jubones cuyo estudio de factibilidad lo hice posteriormente.

No se si esta historia parece una biografía o un currículo. Si fuera lo primero, definitivamente le faltan páginas; si lo segundo, le sobran líneas.

Solo dos cosas para terminar: mi paso por el CONAM y la Corporación. En Abril del 97 Rodrigo Paz me llevó al CONAM para que le ayude con la reestructuración del Sector Eléctrico. La situación actual es el producto de dicho trabajo: no funciona!! No todo fue mi culpa, otros amigos compartieron la responsabilidad pero más que nada las razones deben encontrarse en la politiquería y la insensatez de los gobiernos de turno, Alarcón, Mahuad, Noboa, Gutiérrez y Palacio. Ah, me olvidaba de Abdalá. Allí se origina la inseguridad jurídica, la debilidad regulatoria, la corrupción y la tontería.

Les conté de la Sociedad Científica Tomas Alba Edison y de la ODEC. Pues la historia sigue ya que con base a los mismos principios fundamos en el 2002 la Corporación para la Investigación Energética, CIE[5]. Energías renovables, usos eficientes y productivos de la energía, medio ambiente y sociedad son las palabras claves de su objeto. Está empezando bien y continuará mejor. Espero que sea el legado final de esta historia y que perdure. Ojo, la idea se inició por allá en 1936.

En general ésta es una historia de amor. De amor a la vida en sus más pequeños detalles, porque nada hice sin amor, sin ilusión y sin alegría. Recibí todo y posiblemente di poco y de no dar, me arrepiento. Tengo dos mujeres, María Mercedes que me dio a mi hija y Helena que me dio más de treinta años de vida y un hijo. Mi nieto, Joaquín, toca estupendamente el piano.


[1] Dicho diamante creo que no tenía valor comercial. Al trabajador le recomendaron viajar a Europa para venderlo como diamante industrial. Nunca supe qué pasó luego ni, lo que es peor, en que sitio fue encontrado.

[2] El Padre Enríquez fue nuestro mentor. Nos prestaba los equipos del laboratorio de física del Colegio y nos ayudaba a conseguir reactivos del laboratorio de química.

[3] Siempre se debe poner así!

[4] En general en el Ecuador no hay viento. Los vientos alisios del hemisferio norte y del sur se mueven en direcciones opuestas sobre la línea ecuatorial por efecto de la rotación de la Tierra y y los inviernos boreal y austral.  El ecuador es, por lo tanto, una zona de calmas, terror de los antiguos navegantes en buques de vela. Por razones de la cordillera y los microclimas si existen algunas zonas en las cuales hay posibilidad de desarrollar proyectos eólicos de importancia. Loja, Jubones, Salinas de Ibarra, entre otros sitios.

[5] Es una institución moderna y tiene web site propio: www.energia.org.ec